Hay una nueva generación de ciudadanos completamente digitales que no se informan ni siquiera por los medios tradicionales. Por citar un ejemplo, en Salta, el 43 por ciento de los habitantes tienen entre 16 y 35 años. En consecuencia, podría inferirse que sus consumos informativos son netamente digitales, a diferencia de las generaciones anteriores que crecieron rodeadas de diarios en papel, radios y televisores.

Este cambio plantea un desafío para la comunicación institucional que hacen los poderes judiciales. La comunicación judicial en Argentina ha desarrollado un ecosistema propio, producto de la sostenibilidad en el tiempo de las políticas específicas de los superiores tribunales de justicia y la existencia de equipos especializados que se fueron adaptando a las nuevas tendencias de producción informativa.
Y la comunicación, cualquiera sea su formato, se encuentra ante nuevos retos que no solo pasan por el impacto de las redes sociales. La inteligencia artificial (IA) y los asistentes personales se suman en este escenario complejo.
Los medios, que durante mucho tiempo fueron construyendo páginas web para adaptarse a los nuevos tiempos y contenidos compartibles para redes sociales, se enfrentan al desafío de los resúmenes informativos hechos por IA. Y esto también impactará en la comunicación institucional.
¿Cómo detener entonces este nuevo scroll informativo?
El Digital News Report 2025 (https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/es/digital-news-report/2025/dnr-resumen-ejecutivo) consolida la tendencia de las personas que selectivamente eluden la información y, con ello, se exponen al creciente fenómeno de la desinformación que circula –fundamentalmente- por las redes empujada por videos hechos con IA.
“Más de la mitad de la gente (58%) muestra inquietud por su capacidad para distinguir qué es verdadero y qué es falso al consumir noticias online”, puntualiza el resumen ejecutivo del trabajo citado.
En este contexto, la consolidación de los equipos comunicacionales de la Justicia argentina emerge como un activo importante para afrontar esta transformación de los modelos y el diseño de una hoja de ruta que sea flexible y capaz de adaptarse a los cambios.
Estos cambios son empujados por esas audiencias jóvenes; pero que, además, tienen esa característica de elusión de la información.
La comunicación institucional debe recurrir entonces a más videos, editados en formato vertical, para alcanzar más visualizaciones desde los teléfonos. Así, su información podrá trasponer esa barrera que empujan cada vez más las nuevas generaciones, que tienden a evitar el texto.
Ya no se trata de escribir solo sesudos partes de prensa, cuya redacción suele ser tratada con el mismo cuidado que un fallo.
Y ya que hablamos del video, también debemos pensar en más transmisiones en vivo desde los canales institucionales a partir de los cuales se generen shorts para Youtube o reels para Instagram para responder a esa nueva demanda.
Debemos pensar en que toda la oferta informativa que tienen las páginas web institucionales dejará de ser visualizada progresivamente. En ese marco, los videos aparecen como herramientas complementarias para acercar a la ciudadanía a esos servicios.
La comunicación judicial debe abrirse paso en este nuevo escenario para reafirmar su vitalidad.
Artículo publicado en Comercio y Justicia
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